Nuestros mayores se lo merecen
03/07/2020, Escrito por Francisco Puertas Berná
Excelente carta del compañero y decano de ADEATA Francisco Puertas. En esta época de infección del Coronavirus viene muy bien para tener presentes a nuestros mayores, esos que han hecho todo por cada uno de nosotros.
Puedes leer la carta completa a continuación.
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NUESTROS MAYORES SE LO MERECEN
Un padre y una madre, se desviven por sus hijos, desde el nacimiento hasta su independencia y todavía más allá. Recuerdo un día que un señor trabajador hasta la extenuación, había ido a su huerto de naranjos a coger el fruto y traía dos bolsas a rebosar por que venía una hija de fuera y quería que se las llevase cuando se marchase a su casa. Sentí gran admiración por él, ¡QUÉ GRAN PADRE!, pensé…harán lo mismo esos hijos por él cuando no se pueda valer por sí mismo, ó tal vez lo lleven a UNA RESIDENCIA.
En esta pandemia que hemos pasado, se ha visto como se lamentaban y lloraban muchas familias por no haberse podido despedir de sus padres y abuelos/as, que los tenían en residencias. Cuando los necesitaron para cuidar de sus hijos/as, ¡ qué buenos eran los abuelos/as ¡. Pero se han hecho mayores, enferman, tienen trastornos cognitivos, demencia senil, alzehimer, etc. Hay que internarlos en un centro donde los cuiden, que no nos molesten, y allí están esos seres que lo dieron todo por ellos hasta la vida, acostumbrados a estar en sus casas con el calor de su familia, esposa, esposo, hijos nietos, amistades, ambiente etc, los trasladan sin preguntarles si quiera si ellos quieren ir, pues lo más lógico es que dijesen que no; a un lugar desconocido donde van a ser un número más, donde van a perder su independencia, comerán cuando les ordenen, compartirán habitación con otro/a desconocidos/as, saldrán o no de la habitación en función de su dependencia y con poco calor humano. Qué pena tanto sufrir en la vida para terminar así.
En épocas pasadas era distinto, los padres no cobraban pensiones de jubilación, se quedaban en casa de sus familiares ( hijos e hijas ), yo recuerdo a mis abuelos que siempre estaban juntos, trabajaban y salían como podían, hasta que por fin Franco les concedió una pequeña ayuda, pero ninguno de los dos tuvo necesidad de ir a ningún centro (asilo o residencia), como la mayoría de mayores carecía de recursos económicos, tenían dos opciones: quedarse en casa y ser cuidado por los hijos o ir a un asilo.
Actualmente la población mayor no es tan pobre y una buena parte se puede pagar la residencia, buen negocio para las empresas que regentan tales hogares, allí quedan aparcados los últimos días los que dieron su vida trabajando sin descanso, haciendo horas extras, renunciado a las vacaciones, a caprichos, a ir a un cine o a un teatro, viajes, etc, etc, sacrificándose para que los niños tuviesen lo que sus padres carecieron tanto de jóvenes como de adultos, construyendo con su esfuerzo y sacrificio una mejor vida y por supuesto contribuyendo a una mejor España.
Estas personas disfrutaban viendo que su descendencia poseía lo que ellos no tuvieron, colegios, educación, cultura, alimentos, ropa, buena casa, cariño, calor de hogar, amor, preocupación por su salud, buenos juguetes, etc. No es que haya que echarlo todo esto en cara pues era misión de los padres, que para eso los hicieron, y función atenderles y proporcionarles todo lo necesario hasta que se van del nido, pero los progenitores no piden más que un poco de cariño, que se acuerden que existen, que no los aparquen en guarderías de ancianos y solo se acuerdan de vez en cuando y con una efímera visita… eso los que se acuerdan…que tristeza para esas personas que lo dieron todo a cambio de nada y ahora solo piden una llamada de teléfono, un abrazo, un te quiero papá… mamá… os amo, solo eso.
Pero cuando fallecen sí que acuden a ver lo que han dejado en herencia y a veces hasta riñen por el testamento…lamentable.
Ahora el coronavirus ha puesto en evidencia a los familiares de los fallecidos en muchas residencias, que ni han podido despedirse de sus padres y madres, y hasta se ha puesto de manifiesto el mal trato recibido por algunos internos.
Esperemos que los que todavía nos encontramos en casa quiera Dios que no tengamos que sufrir esa contingencia. QUE ASI SEA.
Francisco Puertas Berná
Un padre y una madre, se desviven por sus hijos, desde el nacimiento hasta su independencia y todavía más allá. Recuerdo un día que un señor trabajador hasta la extenuación, había ido a su huerto de naranjos a coger el fruto y traía dos bolsas a rebosar por que venía una hija de fuera y quería que se las llevase cuando se marchase a su casa. Sentí gran admiración por él, ¡QUÉ GRAN PADRE!, pensé…harán lo mismo esos hijos por él cuando no se pueda valer por sí mismo, ó tal vez lo lleven a UNA RESIDENCIA.
En esta pandemia que hemos pasado, se ha visto como se lamentaban y lloraban muchas familias por no haberse podido despedir de sus padres y abuelos/as, que los tenían en residencias. Cuando los necesitaron para cuidar de sus hijos/as, ¡ qué buenos eran los abuelos/as ¡. Pero se han hecho mayores, enferman, tienen trastornos cognitivos, demencia senil, alzehimer, etc. Hay que internarlos en un centro donde los cuiden, que no nos molesten, y allí están esos seres que lo dieron todo por ellos hasta la vida, acostumbrados a estar en sus casas con el calor de su familia, esposa, esposo, hijos nietos, amistades, ambiente etc, los trasladan sin preguntarles si quiera si ellos quieren ir, pues lo más lógico es que dijesen que no; a un lugar desconocido donde van a ser un número más, donde van a perder su independencia, comerán cuando les ordenen, compartirán habitación con otro/a desconocidos/as, saldrán o no de la habitación en función de su dependencia y con poco calor humano. Qué pena tanto sufrir en la vida para terminar así.
En épocas pasadas era distinto, los padres no cobraban pensiones de jubilación, se quedaban en casa de sus familiares ( hijos e hijas ), yo recuerdo a mis abuelos que siempre estaban juntos, trabajaban y salían como podían, hasta que por fin Franco les concedió una pequeña ayuda, pero ninguno de los dos tuvo necesidad de ir a ningún centro (asilo o residencia), como la mayoría de mayores carecía de recursos económicos, tenían dos opciones: quedarse en casa y ser cuidado por los hijos o ir a un asilo.
Actualmente la población mayor no es tan pobre y una buena parte se puede pagar la residencia, buen negocio para las empresas que regentan tales hogares, allí quedan aparcados los últimos días los que dieron su vida trabajando sin descanso, haciendo horas extras, renunciado a las vacaciones, a caprichos, a ir a un cine o a un teatro, viajes, etc, etc, sacrificándose para que los niños tuviesen lo que sus padres carecieron tanto de jóvenes como de adultos, construyendo con su esfuerzo y sacrificio una mejor vida y por supuesto contribuyendo a una mejor España.
Estas personas disfrutaban viendo que su descendencia poseía lo que ellos no tuvieron, colegios, educación, cultura, alimentos, ropa, buena casa, cariño, calor de hogar, amor, preocupación por su salud, buenos juguetes, etc. No es que haya que echarlo todo esto en cara pues era misión de los padres, que para eso los hicieron, y función atenderles y proporcionarles todo lo necesario hasta que se van del nido, pero los progenitores no piden más que un poco de cariño, que se acuerden que existen, que no los aparquen en guarderías de ancianos y solo se acuerdan de vez en cuando y con una efímera visita… eso los que se acuerdan…que tristeza para esas personas que lo dieron todo a cambio de nada y ahora solo piden una llamada de teléfono, un abrazo, un te quiero papá… mamá… os amo, solo eso.
Pero cuando fallecen sí que acuden a ver lo que han dejado en herencia y a veces hasta riñen por el testamento…lamentable.
Ahora el coronavirus ha puesto en evidencia a los familiares de los fallecidos en muchas residencias, que ni han podido despedirse de sus padres y madres, y hasta se ha puesto de manifiesto el mal trato recibido por algunos internos.
Esperemos que los que todavía nos encontramos en casa quiera Dios que no tengamos que sufrir esa contingencia. QUE ASI SEA.
Francisco Puertas Berná